Juan Antonio Lan
FLACSO-Ecuador
En el texto de Guha no se pretende encontrar la voz del subalterno, sino el proceso por el cual se subalternizan estos grupos. Para realizar ello, el autor rastrealas huellas que dejan estos grupos en los documentos policiales/prefecturales, oficiales/adminsitrativbos de las élites y en los discursos historiográficos. Como estos documentos tienen matrices discursivas, el autor propone estudiarlos mediante el uso de la semiótica.
Antes explicar ello, hay que entrar en ciertas consideraciones. Lo que presupone Guha es que, si bien es cierto que la conciencia subalterna es entregada a la historiografía, lo que supone es que a pesar de que esta no aparezca esta sí debió existir y mediante un proceso se silenciaron. Entonces, ¿cómo se le quitó esta conciencia política y de qué manera se puede acceder a ella. Por tal razón, se empleará textualismo, el cual divide la prosa de la contrainsurgencia en tres textos, los cuales poseen dos elementos en común. Primero, el subalterno aparece como un fenómeno de la historia natural (en cuanto es eruptivo, volcánico, terremoto, trueno, epidemia, espontaneo, rápido y furioso). Segundo, los grupos subalternos aparecen como no racionales, ni premeditados y esos se manifiestas en los vestigios y huellas que dejan. En lo sucesivo, nos detendremos en los texto primarios, secundarios y terciarios.
Empecemos por el primario, el cual consiste en los documentos que nacen de la inmediatez y el calor del momento, los cuales aparecen en las fuentes policiales y prefecturales como problemas de ley y orden contra el Estado colonial. En este nivel, se califican a los subalternos como fanáticos religiosos que realizan atrocidades. Aquí, se muestra el temor de los protagonistas y cómo la hegemonía es frágil ante el accionar del subalterno.
De otro lado, nos encontramos con el texto secundario que aparece años después de los levantamientos de los subalternos en las memorias de los funcionarios. Aparece, ahora, un cierto distanciamiento de los hechos, a pesar de que estés estos burócratas a favor del Estado colonial y no simpaticen con los subalternos.
Por último, el texto terciario se refiere a los trabajos profesionales de los historiadores, en donde al parecer no se repite la lógica de la contrainsurgencia; sin embargo, tanto la historiografía nacionalista y de izquierdas aprecia al accionar campesino subalterno como actos heroicos y épicos que apuntaban al desarrollo de la nación india, así como la búsqueda de utopías. No obstante, estas formas de ver al campesino lo que solo genera más que quitarle un accionar político y proyectarles un accionar determinado en una narrativa maestra. Con todo esto, se deja de lado la especificidad de cada uno de las insurrecciones. Recapitulando, con la suma de los tres textos (discursos) es como se va creando la prosa de la contrainsurgencia, la cual quita lo político a lo subalterno y le dé una mirada básica. Ello es dilema, pues lo que se presenta es cómo la disciplina histórica neutral y objetiva coge formas que subalternizan a los grupos y les quitan conciencia política.