Irina Podgorny (I)

A inicios de la pandemia, en el curso Debates en Historia de la Ciencia que era impartido por Roberto Chauca en la FLACSO-Ecuador, tuve la oportunidad de leer los planteamientos de Irina Podgorny sobre los museos en América Latina. Debido a su lectura, me quedo la curiosidad en conocer más sobre sus trabajos. No obstante, el ajetreo del día a día de una Maestría que dejaba alrededor de 5 a 7 textos diarios por leer no daba el tiempo necesario para husmear sus demás escritos que se encontraban libres en Academia.edu.

Pasaron los meses y tuve la oportunidad de apoyar en el proyecto web “Gabinete de LAGLOBAL” y tenía que enviar un correo a Irina para coordinar la imagen a utilizar en su texto sobre “el tapir”. En esos momentos, realizaba el programa “Onda Histórica” y necesitaba un invitado para la programación mensual y se me prendió el foco para que ella sea la entrevistada.

Irina aceptó sin complicaciones y me brindó una copia digital de su última publicación sobre Florentino Ameghino y hermanos. La lectura era más que amena y tenía un excelente estilo narrativo, lo que en realidad me sorprendió de sobremanera. Inclusive, en un primer momento pensaba que era una obra de divulgación para el gran público. Para mi sorpresa, en la entrevista online, Irina discrepó educadamente conmigo y dijo que no era una obra de popularización, sino que al contrario era un trabajo académico y que solamente estábamos acostumbrados que estos escritos no sean de una escritura clara y directa. Luego de la entrevista siguió la conversación y comentó sobre su fórmula de escritura: “sujeto + verbo + predicado” y, que, con ella, todo se hacía más sencillo.

Irina llegó a Lima en verano de este año y junto a dos colegas pudimos visitar al Museo de Historia Natural de la UNMSM e ir por un chifa a Calle Capón en el Centro de Lima. Fue curioso, pues en el primero ella ingresó gratis y no por su pase internacional de investigadora de museos. El lugar le gustó mucho y se sorprendió por la gran cantidad de visitantes niños y jóvenes. Sin duda, la gran cantidad de público sería la envidia de cualquier museo en el mundo.

Ya en Jirón Capón pudimos compartir varios platillos en el chifa San Joy Lao. Entre ellos se encontraba el Chi Jau Kuy y su infaltable y refrescante Inka Kola. Luego del banquete, acompañamos a Irina a su hospedaje en Barranco y en el trayecto tuve una conversación reveladora (…)

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